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Alimentación consciente: recuperar el placer de comer

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Vivimos en una sociedad acelerada, donde comer muchas veces se convierte en un acto automático: un bocadillo frente al ordenador, una cena rápida con la televisión encendida o un tentempié improvisado sin prestar atención. Sin embargo, comer de esta forma puede llevarnos a tener digestiones pesadas, comer más de lo necesario o sentir culpa después de una comida.


La alimentación consciente (también conocida como mindful eating) propone algo muy diferente: recuperar el placer de comer, prestar atención plena a lo que ingerimos y reconectar con nuestras propias señales de hambre y saciedad.


¿En qué consiste la alimentación consciente?

No se trata de una dieta ni de contar calorías. Es una forma de relacionarnos con la comida que implica:

  • Comer sin distracciones (móviles, pantallas, trabajo).

  • Prestar atención a los sabores, olores, texturas y temperaturas.

  • Reconocer cuándo tenemos hambre real y cuándo es hambre emocional.

  • Saber identificar la sensación de saciedad y detenerse a tiempo.

Al practicar la alimentación consciente, dejamos de comer “por costumbre” o “por ansiedad” y empezamos a comer con más calma y disfrute.


Beneficios de la alimentación consciente

Los estudios científicos confirman que esta práctica tiene efectos muy positivos:

  • Reduce la ansiedad por la comida: al aprender a escuchar al cuerpo, disminuye la necesidad de comer por estrés o aburrimiento.

  • Mejora la digestión: al masticar más despacio, los alimentos se procesan mejor y se reducen molestias como hinchazón o pesadez.

  • Favorece elecciones más saludables: al conectar con las sensaciones reales del cuerpo, solemos optar por alimentos que nos sientan bien y nos nutren.

  • Contribuye a mantener un peso equilibrado: al comer menos cantidad de forma natural y evitar atracones, el peso tiende a regularse.

  • Aumenta el disfrute de la comida: saborear cada bocado nos ayuda a redescubrir alimentos que antes pasaban desapercibidos.

Cómo empezar a practicarla en tu día a día

Incorporar la alimentación consciente es más sencillo de lo que parece. Algunos consejos prácticos son:

  • Dedicar al menos 20 minutos a cada comida, sin prisas.

  • Comer siempre sentado, en un lugar tranquilo.

  • Servir las raciones en plato, evitando comer directamente del envase.

  • Masticar cada bocado varias veces y observar cómo cambian los sabores.

  • Hacer pequeñas pausas durante la comida para evaluar si seguimos teniendo hambre.

Un buen ejercicio para iniciarse es elegir una comida al día y practicarla sin ninguna distracción, únicamente prestando atención a la experiencia.


El papel del acompañamiento profesional

Aunque parece sencillo, cambiar la forma en la que comemos puede ser un reto, especialmente si llevamos años comiendo con prisas o utilizando la comida como vía de escape emocional. Un nutricionista puede ayudarte a integrar la alimentación consciente en tu vida diaria de manera práctica y sostenible, adaptada a tu rutina y necesidades personales.


En Clínica Belgar enseñamos a nuestros pacientes a recuperar el placer de comer sin culpa y a mejorar su relación con los alimentos. Con nuestro acompañamiento, aprenderás a escuchar a tu cuerpo y a disfrutar de una alimentación más equilibrada, consciente y saludable.


Pide tu cita en Clínica Belgar y descubre cómo transformar tu manera de comer para cuidar de tu salud física y emocional.

 

 

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